El velorio de abuela

El velorio de abuela

Pensé mucho en si debía contarles o no. Finalmente, me animé porque de cada historia uno aprende, conecta y se valora. Ustedes saben que suelo cuidar mucho mi vida personal, pero aquí vamos. Les escribo el día en que le dimos cristiana sepultura a mi abuela. Seguramente publicaré estas palabras mañana para asegurarme que escribo desde la razón y no de la emoción. El viernes pasado recibí la llamada que todas las personas sabemos que vamos a recibir, pero no sabemos cuándo ni queremos recibirla. “Tu abuela está muerta”. Admito que me sentí tranquila en el momento. Siento que tenía puesto mi sombrero de psicóloga y sólo quería llegar y darle apoyo a mi familia. Quería que ellos sintieran que estaba ahí para ellos de la misma forma, pasión y entrega que lo hago por mis pacientes. Cancelé mi tarde de trabajo y me fui a toda prisa para la casa de abuela. La verdad, no les miento, fue una tarde difícil. Mi viejita se había quedado dormida, pero esta vez no se levantaría. Les cuento que abuela era la que me grababa cuando salía en televisión, me hacía pasarle todos los contactos de una libreta de teléfonos a otra (sí, a mano), la que me arreglaba toda mi ropa cuando no me servía (esto era casi siempre) y la que nunca tuvo un no para mí.

En medio de esa difícil situación tenía muy presente que quería vivir mi proceso, a mi manera, sin privarme de sentir y aceptar todas mis emociones. Lo repetía constantemente en mi mente: “voy a vivir mi proceso”. Les voy a dar un ejemplo: quizás no todas las personas que me leen han vivido esta experiencia, pero en Naguabo anuncian los muertos. Cuando una persona fallece pasa una guagua de sonido que anuncia quien falleció y los familiares más cercanos que le sobreviven y de paso, te invitan al sepelio. No tengo idea de cuántas veces he escuchado ese audio anunciando a un montón de personas que yo no conocía. Pero esta vez era diferente y estaban anunciando a abuela. Me enviaron ese audio mientras estaba en el supermercado. Quiero que sepan que comencé a llorar porque me causó tanta tristeza. Mi esposo me preguntó si quería marcharme del supermercado y yo le respondí que no. “No tengo miedo de expresar mis emociones”, fue lo que le respondí. Y así fue. Se los cuento para que aprendamos a identificarlas, aceptarlas y enfrentar eso que nos duele. ¡Y si te miran, pues que te miren!

Elisabeth Kübler-Ross habla sobre unas etapas de duelo. Seguramente has escuchado hablar sobre ellas. Lo importante es saber que no todo el mundo tiene que pasar por ellas ni en ese orden, pero aquí te las comparto.

  1. Negación
  2. Ira
  3. Negociación
  4. Depresión
  5. Aceptación

Lo importante es entender que el duelo es un proceso doloroso y cada persona lo vive de una manera distinta y eso está bien. Recuerda que si necesitas ayuda, ¡búscala!

Una última anécdota…estando en el velorio alguien que no conocía dijo: “en los velorios el más que llora es quien siente culpa porque no estuvo. El que estuvo se siente tranquilo porque sabe que estuvo”. ¡Mentira! Dejemos ya el discurso que reprime nuestras emociones. En un velorio llora más quien quiere, quien lo necesita, quien desea expresar sus emociones. ¡Ya basta de pensar que ser fuertes es sinónimo de reprimir emociones!

Sé que al igual que yo, cada uno de ustedes tiene su historia y su proceso. Les entiendo, les valido y les apoyo desde la distancia. Definitivamente, ¡voy a extrañar a mi abuela!

¡Gracias por leerme y gracias a todas las personas por sus mensajes y apoyo!

Mis libros lo consiguen en: www.artesanosonline.com

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