Mi doctora es joven: ¿Qué hago?
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Estaba deseosa de hablarles sobre este tema. Ustedes no se imaginan la cantidad de comentarios, gestos y hasta malos tratos que yo me he llevado en mi oficina por el simple hecho de ser joven. Así como lo leyó. En ocasiones ni he podido presentarme y ya me están cuestionando mi edad. Yo sé que quizás la gente no se espera que alguien joven sea su doctor y eso puedo entenderlo, pero de ahí a hacer comentarios despectivos es otro cuento. Hay personas que me dicen “nena tú tienes como 22 años” y yo con esa edad no puedo ser doctora a menos que hubiese terminado la escuela superior a los 12 años.
Regularmente yo voy hasta la puerta que conecta a la sala de espera, llamo al paciente, lo dirijo hacia mi oficina y cierro la puerta. Es en ese momento que el no verbal de las personas cambia. Recuerde que también nos podemos comunicar a través de gestos. Hay personas que rápido me preguntan ¿tú eres la doctora? Acto seguido hay tres tipos de reacciones: los que lo ven como bueno y comentan “qué bueno que eres joven”, los que no dicen nada y los que te ofenden. El recuerdo más fuerte de un incidente como este lo fue de una muchacha que dijo a viva voz en la sala de espera “huele a diploma” cuando yo llamé a su mamá. Esa misma chica al final de la cita me abrazó y me dio las gracias porque por primera vez su mamá había hablado sobre su situación y le dijo que se había sentido cómoda.
En un sinnúmero de ocasiones lo primero que me preguntan es ¿cuántos años tú tienes? o me dicen “no te voy a tratar de usted porque eres muy joven”. Impresionante para mí es que la pregunta más inteligente que me han hecho sobre este tema me lo hizo una niña de 12 años. Como en la tercera cita me preguntó ¿cuántos años de experiencia tú tienes? Para mí eso hace más sentido que saber mi edad.
¿Por qué comparto esto con ustedes? Quisiera ayudarlos a crear conciencia de que usted tiene todo el derecho de elegir una persona mayor como su doctor, pero si llegó a mi oficina por esas casualidades de la vida, déme la oportunidad sin faltarme el respeto. Créame que voy a hacer lo que esté en mis manos para ayudarle. Conmigo estudiaron personas mayores, hasta de la edad de mi mamá y mayores que ella. Si usted los ve, pensaría que tienen muchísima experiencia y estaban sentados a mi lado.
No juzgue a la caja por su empaque, permítase conocerla y abrirla.
Gracias por leerme.
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