Si algo he aprendido en esta vida es que la gente que te rodea es demasiado importante. Imagina por un momento que tienes un problema y vas donde tus amigos para pedirles un consejo. ¿Qué harían esos amigos por ti? ¿Estarían presentes? De igual forma imagina que quieres cumplir una meta. ¿Te apoyarían?
Créanme que la gente que te rodea es demasiado importante. En el mundo existen todo tipo de personas: buenas, malas, correctas, sensibles, insensibles, negativas, positivas, que aportan y otras que no aportan nada a nuestra vida. Hay personas que llegan a nuestra vida y no tenemos elección como nuestra familia, pero hay otros que sí los podemos elegir. Rodéate de aquellos que se alegren genuinamente por tus logros, los que quieren saber de ti siempre, los que están dispuestos a ayudarte cuando más lo necesites. Rodéate de aquellos que no te llamen solo cuando te necesitan. De los que quieren verte bien y respetan tus decisiones. Rodéate de gente valiosa, esos que te hacen olvidar los problemas cuando están presenten. Rodéate de gente que te ve tomando malas decisiones y te lo dicen.
En cambio, quítale tu atención a aquellos que solo aportan comentarios negativos. Aquellos que quieren verte bien, pero no mejor que ellos. Aquellos que siempre tienen una queja o algo negativo que decirte, pero la forma en la que lo hacen te hace sentir mal. Aléjate de los que se burlan de otros porque son diferentes. De los que te ven mal y ni siquiera se detienen a ayudarte. ¡Sin discusiones! Esto es algo que podemos hacer poco a poco e incluso sin que la persona se dé cuenta. Cuando algo no aporta a tu vida ¡quítale tu atención y no tendrá nada!
El día que me entregaron mi libro, me levanté temprano porque estaba desesperada por verlo. Había trabajado duro durante muchos meses y por fin había llegado el día de ver el resultado final. Ese día, recuerdo que fue un sábado, llegué al estacionamiento de la imprenta. Una pareja de amigos, casi hermanos, con la que comparto muchísimo me habían pedido ir conmigo, pero como viven un poquito más distantes, no habían llegado. Cuando los llamé me pidieron insistentemente que no me bajara sin ellos. ¿Saben qué? ¡Los esperé! Ellos querían estar presentes en ese momento tan importante para mí y lo hicieron. Tenían que ver sus caras de emoción al ver la mía. A eso me refiero con rodearte de personas que aporten y que realmente se preocupen por ti. Esos fueron los mismos que llegaron el día después del huracán a ayudarnos a recoger el desastre. Los que han estado en fiestas, pero también en funerales. Ya ven ¡en las buenas y en las malas! Yo estoy muy feliz y agradecida de las personas que me rodean. ¿Y tú?
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